Boquitas pintadas


De papel corrugado son los días de verano en el calendario.
Se derriten los domingos de rouge en los pliegues de mi almohada,
se entrecruzan las curvas de mi boca obsesionada.

Me despierto y me acompaña Cumbres Borrrascosas,
capítulo dos, el de las rosas.
Perdí mi remera blanca entre las sábanas,
y el rosario italiano todavía duerme al costado de mi cama.

Diciembre, son las 10 de la mañana,
de libros entreabiertos, noches de terraza,
partes de vida, boquitas pintadas.

Strawberry fields forever




Inesita esconde la risa atrás de un bowl de frutillas y nos pasa la madrugada de Diciembre, entre las copas de agua con hielo y dos historias de amor. Todavía nos quedan partes de ellos dando vueltas, mezcladas con viento de río y calor de tormenta. Hay una parte de luna llena del otro lado de la ventana. Acurrucada en su pijama blanco Inés me confiesa que nunca le gustaron los fuegos artificiales. Ni en navidad, ni en fin de año, ni en el campo. "Es como en las películas", le digo. "Si les pedís un deseo se cumple. Siempre". Me voy a dormir con los besos de él en la cabeza. Me acuerdo del pelo despeinado y su mano en mi rodilla lastimada. Sus ojos en esa calle de San Isidro de cervezas artesanales, y su abrazo, que era todo, abajo del árbol.  

Me caigo y me levanto


No es la primera vez. Ya tengo el título de experta en caídas. Y de las más graciosas y rídiculas. Cuando cumplí mi primer año de vida y hacía mi mayor y más prolijo esfuerzo por manterme rígida sobre mis dos piernas cortitas y gorditas, siempre estaba mi hermano ahi atrás, esperando a escondidas para el empujón final y dejarme en el piso llorando desentendida. A los 5 mi curiosidad innata me hizo resbalar y terminé adentro del inodoro.. (Con vestido nuevo y todo) A los 8 mi papá me llevó a conocer la casa del árbol que había hecho en el jardín de Córdoba. Nunca me llevé bien con las escaleras; perdí el equilibrio y me estampé de cicactrices contra las piedras. A los 10 años mis hermanos no tuvieron mejor idea que usarme de conejillo de indias, y llenaron la cancha de tenis con cáscaras de banana y canicas. Terminé naranja. Y bastante dolorida. A los 15 corrí a mi hermana por toda mi casa para recuperar mis aros dorados. Nadie me avisó que los pisos estaban recién encerados.. Me fui de pera al piso. Sí, de pe-ra. Fue la única parte de mi cuerpo que golpeó la madera. Vi las estrellas. ( Y a mi hermana, descostillada de risa, sólo la quería ver muerta) A los 18 juro que no fue de torpe. Fue culpa del alcohol y el descoque-Bariloche. Me caí rodando por las escaleras.. Pero salí ilesa. Por suerte siempre se salvaron mis huesos y sólo sufrí los golpes y los moretones de recuerdo. A los 20 me caí de la bici. Mejor dicho aterrizé en la calle de piedras y por tres días no pude mover la pierna derecha. Lo peor de todo es que ni siquiera estaba andando; me caí quieta, esperando. A los 21 me caí de un remis. Pero no me di cuenta. Aunque mis amigas dicen que me tiré yo sola, por la puerta. Por suerte el chofer sólo iba a 30. A los 22 rompí una hamaca paraguaya y mi espalda quedó tatuada de manchas violetas, arena y rayas. A esa edad también me caí jugando al tenis. En verdad fue antes de empezar a jugar, en el momento de sacar. No sé cómo pero en un segundo fui el mejor chiste de todos y terminé en el polvo de ladrillo, de cara al piso con mi profesor al lado totalmente sorprendido. Y a los 23 pensé que zafaba, pero veo que me equivoqué. Fue ayer, con él. No sé si hecharle la culpa al calor sofocante, a las ocho caipirinhas que nos tomamos a las seis de la tarde o simplemente a la torpeza de mis pies andantes. Encima estaba por darle un buen beso de despedida y en vez de eso terminé dándoselo al cemento lleno de hormigas. Me costó un golpe de lleno en la rodilla, el dolor desorientado y en el medio, la risa. Después vinieron la descompensación, el casi desmayo, el azúcar, y la Seven Up. "Tomátela toda que te va a curar loquita, nunca te lo explicaron en la clase de Química?" Yo entendía la mitad de las palabras y sólo quería saber por qué siempre termino de culo, de pera, de rodillas o de espalda. Y acá estoy sentada, con la pierna en reposo, bañada en hielo y apretada por una rodillera muy poco canchera, las radiografías en la cartera y mi historial clínico listo para alguna nueva caída sin aviso ni explicación médica.

Desde Colombia, con amor.


Conocí a un señor colombiano, de camisa sin botones y sonrisa blanca. Después de invitarme a un Campari Red me dejó un recorte de papel sobre la barra de madera gastada: "Ama intensamente. Ama con todas tus fuerzas y todo tu ser. Sino no vale la pena, que la vida es corta y se hace larga la espera. Y si estamos a medias de nada sirve. Ama de la mejor manera y sonríe, aunque nadie te vea". Se fue silbando. Pasó su perfume Armani por la puerta verde, y mi mundo al revés.

Locura mía.


Que estoy un poco loca, eso no es noticia. Yo prefiero esa locura y no el disfraz de una mujer insulsa, de las que todo por fuera. Todo bien, pero no tengo nada que ver. Aunque sobren los psicólogos, creo que es la razón por la cual nunca me analicé. No quiero confiarles mi locura a cambio de billetes; es mi materia prima para llenar de tinta esta servilleta de papel. Y al que no le guste, a cantarle a Gardel. Locura mía, nos llevamos bien. Quedate conmigo hasta verme desaparecer.

Veintitrés


Vida, margaritas blancas, lágrimas de virgen.
Vida de otras vidas reencarnadas.
Desalmada.

Vida, orilla de arena, viento y marea.
Hay algo más profundo que el mar y es el cielo.
Desaparecen los miedos.

Vida en blanco, la tuya, la mía.
Hay caminos que llevan lejos y a lo largo.

Los que se quedan, los que se fueron.
Vida de puño y letra, sin ensayos, no hay espera.

Vida, desparejas coincidencias.
Autopista o ruta de piedras,
cada uno elige a su manera.

Todas las vidas, mi vida.
Otras vidas, otros cielos, otras puertas.

Desmesuradamente incomprensible es el tamaño
del planeta que llamamos Tierra.

Vida raíces de árbol,
eterno seguir buscando.

Despertame si alguna vez elijo calmarme,
sólo cuento con veintitrés veranos.

No hay apuro, no hay cansancio.
Vida luz, de amanecer descalzo.

Lo que importa


¿Has sido feliz con las pequeñas cosas?


"En última instancia, el nombre y la fama carecen de importancia; lo único que cuenta a la hora de la verdad es cómo hayas vivido cada momento de tu vida. ¿Con alegría? ¿Como una fiesta? ¿Has sido feliz con las pequeñas cosas? Al darte un baño, tomar el té, barrer el suelo, pasear por el jardín, plantar árboles, hablar con un amigo o mientras estabas sentado en silencio con la persona amada o mirando la luna o simplemente escuchando el canto de los pájaros, ¿eras feliz en esos momentos? ¿Fue cada uno de ellos un momento de felicidad? ¿Irradiaba alegría? Eso es lo que importa".
Osho

A disfrutar


"No hay ninguna necesidad de saber hacia dónde estás yendo.
No hay ninguna necesidad de saber por qué estás yendo.
Todo lo que necesitas saber es si vas disfrutando,
porque cuando se va disfrutando no se puede estar equivocado"

Osho

Take me or leave me


Sin garantías, con mis rodillas chuecas y mi sonrisa de sol a sol deshinibida. Con mis restos de histeria y mi hambre famélico las 24 horas del día. Con mis eternas ganas de enamorarme, con mis eternas ganas de escaparme. Sin condiciones, sin reglas, sin razones. Que lo que se siente no se piensa, y a veces el corazón funciona mejor que la cabeza. Con mis caprichos, con mis incoherencias, con mis puteadas, con mi insistencia, con mis manias enredadas por donde sea. Con mis canciones en la guitarra. Con la voz afónica el domingo a la mañana. Con mis vestidos cortos y mi impuntualidad desmesurada. Sin "peros" ni "sin embargos", no es un aviso es sólo que no puedo hacerme cargo. Con mi lunar al lado de la boca, y los otros en la espalda. Con mis ojos tierra y la mirada aniñada. Con lo simple, y también con cada una de mis partes complicadas.

Solo por hoy


Que apagues la luz, que la sordera de las ambulancias en las avenidas, que la gente es chusma y poco amiga, que el apuro por llegar a la oficina, que las baldosas flojas que salpican, que no hay miradas encontradas, que la calle está aletargada, que las familias marginadas, sin casa, sin comida, sin agua, que los papeles en el piso, que el humo del cigarrillo intoxicándome los sentidos, que la cartera apretada y los ojos en la espalda, que la Blackberry tatuada, que no te escucho, que qué te pasa, que los colectivos siguen de largo, que la gente está asustada, que la puta madre no hay subtes y la 9 de Julio está cortada, que perdón no lo ví, que no gracias, que otro día, hoy estoy a las corridas, que dónde está el cielo, que me tienen los ovarios por el suelo, que las palabras desubicadas, que el veinte por ciento de descuento, que ahora no puedo, después te cuento por mensaje de texto, que la mala onda, que no se termina más la cola, que uno de estos días, que me decís la hora, que no tengo cambio, que cada vez hay más autos, que cerrá la ventana y poné el seguro, que por Florida no se puede caminar, que pará con la bocina, que se agarraron a piñas, que no hay más súper solo nos queda fangio, que el teléfono sonando, que ¿cuánto?, que hace calor, que para qué la transpiración, que dale que no tengo todo el día para vos, que dónde dejé las llaves, que necesito un poco de aire, que si puedo te aviso más tarde, que me robaron la billetera, que la seguridad es una mierda, que la gente se habla a los gritos, que la competencia, que me duele la cabeza, que hay piquete, que el odio entre los dientes, que si hay inflación que no se note, que ¿dónde? que no hay monedas, que la droga en las veredas, que la gente es ambiciosa, que no me queda otra, que no llego a fin de mes, que igual que la otra vez, que el taxista está enojado, que el alquiler por adelantado, que el trabajo de cartón, que qué pasó con el gracias y el por favor. Basta. Sólo por hoy.

Cosas simples


Para mi la felicidad es bailar sola cuando me despierto, es oler los jazmines de la mesa de la cocina y abrir la ventana y que el aire fresco me lave la cara, es reírme con mis amigas hasta que nos duela la panza, es ser un poco nómade y vivir de casa en casa.

Para mi la felicidad es subirme a la bici y pedalear hasta donde me den las ganas, es volver a leer una carta, es empezar un libro y compartir con papá unas copas de vino, es sonreírle a un desconocido, es comer helado hasta dejar el pote vacío.

Para mi la felicidad es la ropa recién lavada y planchada sobre mi cama, es dar un abrazo hasta volver a sentir la calma, es un vaso de jugo de naranja recién exprimido a la mañana, es escuchar la voz de mi hermana y dormir una siesta los fines de semana.

Para mi la felicidad es un pedazo de tarde con él, asomados a la terraza de Arcamendia, sin apurar el atardecer.

Olivia y Juana



De los días en los que en un momento se vive una vida, Juana salió sin apuro de la oficina con dos horas en blanco abajo del brazo y su agenda improvisada con birome azul en una palma de la mano.

Nunca le gustó el mate, pero sí la parte de despatarrarse en un banco de plaza, y respirar un pedazo de tarde, escuchando los ecos de las voces de sus pares, para quedarse al fin sola con el cielo, el banco y el aire.

Pero ese martes de mates vacíos no siguió emanando el mismo sabor aburrido.
En el camino de tapitas de colores y piedras partidas, apareció una cara conocida y Juana no pudo evitar llamar desesperadamente a su amiga Olivia, la de patas largas y mirada pícara.

No es la primera vez que le tocaba oficiar el papel de espía; igualmente ella lo disfrutaba y se hacía la disimulada, mientras las dos se reían en el teléfono sin darse cuenta de que estaban a sólo tres cuadras de distancia.

"Dale, corré hasta Callao y Juncal, que estoy esperando el bondi. Apurate que llego tarde a la facultad!" Y Juana se olvidó de que era Sherlock Holmes y apuró los tacos de madera esquivando a la gente seria por las veredas.

En esos momentos uno se da cuenta lo mucho que vale la pena el abrazo de una amiga, de esos que reconfortan, sostienen y hacen más liviano el día. Aunque dure sólo un cuarto de minuto, son esos momentos los que que van midiendo la vida.

"Ay, llegaste justo! Ahí viene, subite conmigo! Dale, vení !" (????!!!!)
Y tomaron el té por un peso con veinte, descorchando las historias del fin de semana, contagiándose la risa y acordándose de sus épocas de casadas.

"Dónde estamos??? Me tengo que bajar ya!!" le dijo Juana.
El 37 la dejó en una calle por Plaza Italia, en donde se encontró con un par de ojos verdes en una camisa a rayas. Y se volvió a Recoleta apurada con su nuevo amigo ( que estaba más bueno que el asado del domingo)

La tarde fue de viajes en colectivo, y Juana y Belisario, hablaron media hora sin verguenza hasta el cansancio. Pero ya tenían que despedirse. El se tomaba un avión a Tucumán: esos ojos verdes tenían novia finalmente (no lo dijo hasta que se tuvo que bajar)

Y Juana.... Juana se rió sola, le mandó un mensaje a Olivia y preguntó la hora; ya eran las 8 y cuarto. Se fue corriendo a su clase de canto, con su hambre de vida y todos sus otros mambos.

Al lado del camino


Al lado del camino, el mismo camino por el que voy cantando con Fito.
Me pasa la tarde, y pasa la gente, los ruidos, la locura porteña, la ansiedad empuñada de todas esas mentes de saco y corbata, las veredas rayadas de humo y las miradas desencontradas.

Y me pasa el sol de reojo en el living de los rulos más famosos,
mientras salto a la rayuela de la mano de una Margarita inquieta,
que se le escapa la risa entre los dientes cuando corre a buscar los caramelos en mi cartera,
y me hace olvidar que todavía es lunes,
y me hace acordar que la vida es un juego y que a veces está bueno romper las reglas.


Para bien o para mal

Algunos hombres hacen mal.
Es algo que la intuición femenina sabe olfatear, sin embargo la mayoría de las veces preferimos no ladrar, y seguir sumisas sin protestar, regalando oportunidades en cantidades, convenciéndonos que somos dueñas de un amor sin etiqueta y sin patentar.

A mi me pasó, y el anteúltimo beso me costó una intoxicación (sin oficina, sin kilos, sin besos, con cama, con culpa y confieso que pude sacarme el mal de hombres, no sólo de la cabeza, sino hasta de los huesos)

Y hoy mientras manejaba y el agua se apretaba contra la ventana, me acordaba de esas épocas, en las que llevaba el amor con correa, y lo paseaba por donde sea, pero sin soltarlo y arraigado de orgullo y recelo en la palma de mi mano.

Es absurdo hacer perdurar lo que no vale la pena, como las parejas por comodidad o por seguridad. Dolly ya entiende de hombres que hacen mal, y prefiere divertirse mientras pueda y disfrutar del presente, que es lo único que no la desespera.

Por mi parte no puedo quedarme quieta. Y si no me regalan jazmines o todo sigue su curso sin días espontáneos ni sorpresas, no voy a conformarme con alguien sólo por las apariencias.

A mí dejame con los hombres que hacen bien.
Los que se la juegan,
Los que me buscan hasta el cansancio,
Los que no conocen días y horarios
para las salidas, los mensajes y la adrenalina.
Los que me agarran de la cintura con fuerza y con ganas,
Los que me miran a los ojos y me dejan embobada,
Los que se acuerdan de los detalles,
Los que no se preocupan por los talles,
Me quedo con esos;
Los hombres simples, los que van al frente,
de bermudas y ojotas,
que la reman aunque les cueste.

Something about Juana


Juana es distinta. No encaja en el molde rosa de Lady Di, más bien es un crisol impredecible, con algo de Madonna y otro algo de San Francisco de Asís.

Camina a los tropiezos y a las corridas, y cruza en verde las avenidas, a mitad de cuadra, esquivando las hormigas para no pisarlas.

Come adelante de los hombres, sin problema ni verguenza. Se lleva a la boca un pedazo de pizza de un tamaño importante, de esos que en la mesa familiar a Malala no le resultan ni un poco agradables.

Le tiene fobia a las cucarachas, pero cuando se cruza con alguna no grita ni patalea como jardín de infantes malcriado. Aunque el miedo la deja petrificada y tiene que llamar a su hermana para que la haga desaparecer a sus espaldas.

Sus vestidos de flores y bolados pueden demostrar lo contrario, sin embargo está a kilómetros de distancia de ser Princess Juana.

Le habla a cualquier ser humano que aparezca en su camino, más que nada en el ascensor, cuando no juega a aguantarse los siete pisos la respiración. Lo malo es que a veces el ser masculino lo interpreta como una oportunidad de "levante", y ni se imagina que Juana lo hace de inocente, porque es inquieta y porque le da curiosidad lo que pueda haber adentro de las bolsas que cuelgan de las manos de esa gente.

Juana es más simple de lo que parece, y no le interesan los chismes ni los típicos programas de la tele.

Le gusta la creme brulée y los cristales en las arañas, pero prefiere acostarse descalza, en el pasto recién cortado, con una cerveza y su guitarra.

Los martes de San Antonio


Nos sentamos en el pasto ensolado, descalzas, casi al reflejo del agua. A mí se me resbalaba el dulce de leche en la cuchara, y ella se reía enamorada. "¿Te das cuenta de que este momento ya no lo volvemos a vivir? Es único. No vamos a a estar de nuevo en este día, sobre este suelo, ni con las mismas manos, ni con los mismos sueños." El tiempo sigue pasándonos por al lado, en doble fila y a contramano. Y pareciera que la vida nos arrastra por inercia y un poco a ciegas. A veces nos cobra peaje, otras tantas nos deja sin equipaje. Por mi parte prefiero la deriva, y una vida sin destino, seguro ni pasaje. Justo cuando se perdía de vista el sol entre las montañas de La Cumbre, Rocío me cuenta que vale la pena seguir las corazonadas, que hay que aferrarse al momento justo, sin pensar en el mañana y estar bien despiertos, porque hay señales que no se pueden dejar pasar. Como sus martes de San Antonio, después de las canciones, entre velas y oraciones. Como el dedo chiquito del pie, y las lágrimas emocionadas cuando nadie la ve. Porque al fin y al cabo la vida es hoy, y no importa si no hay nadie sentado al lado, la felicidad puede aparecer como cumpleaños sorpresa y llevarnos a donde quiera, de la mano.


Un peu d'air sur terre




Hay algo en el aire de Octubre que me empalaga y entrecorta la respiración. No sé si son los jazmines de los miércoles, los licuados de banana o mi pelo recién lavado mezclado con Dolce & Gabbana a la mañana. No sé si son tus besos en Callao y Melo, de madrugada cuando todos duermen, o los helados de limón, y las siestas acurrucadas en el sillón.

La perra de Juana


Reflexiones de Juana

"Me di cuenta que cada vez me parezco más a Felipe, mi perro.
De la cama me levanto casi saltando cuando escucho la canción brasilera de mi celular, y lo primero que hago cuando piso tierra firme es estirarme, mucho, y mientras termino de abrir los ojos por completo, me rasco. Sí, me rasco. La cintura y la panza. Pero es inconsciente, lo hago sin darme cuenta, hasta que me río de mi propia imagen despeinada y pulgosa en el espejo, tratando de mantenerme despierta.


No puedo decir que tengo ganas de correr una pelotita de tenis a las 6 de la mañana pero sí amanezco con las energías suficientes como para cambiar 1 peso con 20 por una Tita y un par de Sugus Max, subirme a la bici y pedalear duro y parejo por Libertador, hasta la facultad.
El detalle: llego con la lengua afuera al mejor estilo Felipe después de pasear por las veredas, pero el esfuerzo vale la pena.


Las ganas de comer nunca me faltan, es más, me sobran. Si no es un alfajor en el break entre cada clase, son las Maná rellenas de mis compañeros de banco, o el kiosco de golosinas instalado en mi cartera sin candado. El problema más perruno es cuando llego a la oficina: antes de sentarme en mi escritorio, voy directo a la cocina. Pero más problemática es la hora en la que llega el cadete, que siempre me tienta con algún chocolate, de esos con avellanas y nueces. Me- pue-den.


Con la comida me atrevo a decir que soy igual a un perro; tengo esa sensación de molestia, de bronca, de pertenencia si alguien me roba una papa frita de mi plato sin avisarme de antemano. No es que gruñe, tampoco ladro. Pero mi cara puede causarte el mismo efecto de rechazo.


Me estiro mucho. Creo que ya lo dije. Pero a veces demasiado. Me gusta agarrarme las manos y estirar los brazos lo más alto que pueda, reteniendo la respiración. Para soltarla como globo desinflado cuando aparece mi jefe en la puerta, riéndose asombrado. (Juro que esas sorpresas no son de mi agrado).


Me gusta que me mimen y me malcríen (igual, igual que Felipe) Que me llenen de besos, y me abracen hasta el cansancio. Pero hay días en que me invade mi faceta ciclotímica y como si tuviera un hueso entre los dientes no dejo ni que nadie se me acerque.


Jugar me encanta. Jugaría todo el día, a cualquier cosa, a las escondidas, a las cartas, a la mancha. En las escondidas y la mancha ya soy casi una experta, dependiendo del humor que reine ese día en mi cabeza. Sino, prefiero quedarme en las canchas de tenis, descargando la energía negativa, moviendo la cola y disfrutando del aire puro, sin collar, sin correa ni paseadora.


También lloro cuando extraño mucho a alguien, como hace Felipe cuando se queda solo en casa toda la mañana. Me acuesto algunas horas con la cabeza entre la almohada y el perfume de esa persona mezclado con lágrimas. Pero siempre con algo me distraigo y se me pasa, y como no tengo memoria es mejor así; el amor se reinventa y el dolor se escapa".


Dando vueltas


"¿Para qué estar mal si se puede estar bien?" (Lola)


"Its gonna be your perfect date" (Chad)


"Pues sabes guapa que terminarás casándote con uno de esos, eh?" (Martu)


"Me alegraste el día" (Un quioskero)


"El problema es que jugaste muchas fichas a la vez" (Blacky)


"Rendís mañana y todavía no estudiaste nada???" (Mamá)


"Disfrutá la vida" (Mamá) (Ese mismo día)


"Un hombre no te delinea, no te define" (Dafne)


"Todo pasa" (Papá)


"Hablalo, no te guardes las cosas. Y que te chupe un huevo" (Belu)


"Vas a tener un gran futuro y un gran hombre al lado tuyo"
(El uruguayo)


"Necesito tu sonrisa" (John)


"Dejálo" (Larita)


"¿Qué estás esperando entonces?" (Lía)


"Quedate un ratito más, no te vayas" (Gini y Babu)


"Tenés que ser agresiva a veces" (Pedro)


"Admitílo, sos fácil" (Santiago)


"Apasionada de la vida" (Mery)


" Creo que ya te cansaste de chapar" (Chofa)


"Mientras estés viva, siéntete viva. Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo" (M. Teresa)


"Dale para adelante" (Jor)


"¿Dejás de cantar en algún momento del día?" (Ovidio)


"¿Ese lunar es falso? (Boludos varios)


"Ojalá te quedes sin registro, así te das cuenta para qué sirven los semáforos" (Mamá)


"Yo te veo casada, con cinco hijos. O divorciada, tomando Martinis en las playas de Bali" (Luli)


"Tenés 22 años, sos chica todavía" ( Liliana)


"Siempre se puede volver a empezar" (Chiara)



Juana, la mala.


Tengo que confesarlo, tarde o temprano.
Sin escrúpulos, sin ocultarlo.
No es por una cuestión de ganas,
pero la verdad es que a veces Juana es mala.

No conoce la palabra "filtro"
en otro contexto que no sea para hacer café,
y los caramelos ácidos son sus preferidos,
siempre lleva alguno en el bolsillo, o quizá tres.

Alfonso la escucha y se ríe a los gritos, y ella le dice:
"No lo hago de mala, es que no puedo quedarme callada"
Y se ahogan en risa hasta en la misa,
por la calle, por teléfono y en el bar de la esquina.

Sus amigas ya están acostumbradas,
pero a veces Dolly le regala una buena cachetada,
tira los papeles de sus caramelos a la basura
y le sirve un té con miel y un "no te hagas la boluda"

Juana le cuenta que no salió con él,
no por agrandado, "sólo porque se llamaba Fernando"
La verdad, no sé qué tiene que ver,
pero hay veces en que Cruela de Vil le pellizca la piel.

Como ayer en el taxi de microcentro,
El le dijo "si no tengo cambio de 50 a esta hora soy un looser"
Tentada, Juana se aguantó contestarle que era más que un looser
por usar polera fucsia de lana y el sticker de Playboy en la ventana.

Me olvidaba que no son solamente crudas palabras,
Juana también reparte cachetadas.
Aunque, por ahora, sólo tuvo que recurrir a ellas una vez,
pero pobre de él.. no fue solo una, fueron dos ( y un taconazo en el pie)

Los mensajes después de las cinco de la mañana
directamente no tienen códigos ni alarma.
Y si le hablás mal o se te ocurre ignorarla
en su diccionario sólo existen las malas palabras.

Pobre Juana, si se entera de esta confesión me mata..
Pero es mejor ir por la vida desenmascarada,
que a veces tanto dulce de leche empalaga
y un poco de realidad sin cocinar nunca viene mal.
Y, además, no cuesta nada.

Run Forrest, run.



La maratón del domingo sobre Figueroa Alcorta
fue lo más parecido a mi amor de sobra reprimido,
escondido en palabras enamoradas de patas cortas,
esperando para salir corriendo desde adentro mío.

Pedaleé con los cambios rotos durante más de una hora,
al galope de esas mil almas transpiradas de sol y sombra.
Ellos empapaban de esfuerzo el asfalto y olían a libertad,
a desapego, a lechuga fresca, a ganas de no abandonar.

Mientras, yo sonreía despreocupada rodando en primera fila,
a gusto con la música en mis oídos haciéndome cosquillas.
Cuesta arriba, cuesta abajo, sin dejar de pedalear,
contagiándome la energía de los competidores del lugar.

Intenté cruzar con mi bicicleta al otro lado de la avenida
pero el entusiasmo de las zapatillas corría como estampida.
Eran imposibles de frenar, de separar o debilitar,
como la escena de Forrest Gump, inalcanzable, sin final.

Decido dejar mi bicicleta en un árbol de la vereda,
y cambiarla por mis Nike blancas y ajustadas.
Sin pedir permiso soy una más entre todos los demás,
y corro, me pierdo, sin cansarme, sin llegar a ninguna parte.


Dejo que el viento de enero se lleve mis miedos, 
mientras mi espalda respira liviana un pedazo de cielo.
Y mis piernas apuradas no conocen la espera,
sólo quieren seguir corriendo hasta la meta.

Corriendo con el pelo atado y la cara lavada,
pisando con decisión pero despreocupada,
sintiendo la fuerza de los músculos desmesurada,
llenando de energía la avenida con cada pisada.

Lola y Juana


Juana sale de su casa impecablemente perfumada, pero se olvida las llaves en la heladera, al lado del pan integral, y no apaga las luces, ni carga la batería de su celular.


A Juana le queda bien el mes de Septiembre y el sol de Plaza Francia caminando a media mañana.


Camina apurando las patas flacas y las caderas brasileras que son su marca registrada, y aguanta la risa cuando la ventana de Bensimon le grita "Chau bombona, qué pedazo de morocha". Pero también se marea de amor cuando aparece él, que no tiene nombre, y usa bermudas y el pelo despeinado. Se chocan las miradas de los dos y sin darse cuenta se le escapa Tom, el perro, hasta Junín y el cementerio.


Juana llega a las corridas a la oficina, es que siempre se encuentra con Jose Bazterrica en la esquina, y se ríen y se sientan tranquilas en las nubes tan cómodas del mediodía.


Al fin son las 6, que no se le pase la hora del té.
Saluda a Carlos en la puerta de Ayacucho y le regala la sonrisa más linda del día, sólo porque le hace bien cruzar esa puerta y subir los cinco pisos por escalera.
Y esas dos horas son sagradas, como el nesquik y las tostadas.


Juana no sería ella sin Lola, su aliada a la locura más encantandora. Su misma sangre en distintas venas, su escondite de secretos, su diario íntimo de glorias y penas, abierto de par en par sobre la mesa.


Y aunque la heladera esté siempre vacía, aunque no escuche el timbre, aunque se cuelgue con la computadora, Juana la adora.
Hablan hasta el cansancio, se ríen hasta el llanto, se aconsejan, se putean, se acompañan, toman champagne, hablan en francés y comen vainillas, salpicando la madera roble de migas y de historias vivas.


Juana se prueba los zapatos de taco altísimo, se mira en el espejo y se los lleva para el próximo casamiento. Mientras, ella, con sus rulos platinados y los pies envueltos en leopardo le cuenta que fue a ver Concha del Río Cabaret y que no se dio cuenta y se tomó dos botellas de vino malbec. Juana la entiende porque hablan el mismo idioma, y sobre vinos y noches ya compartieron demasiadas copas.


No me digas que ya son las 8. Juana se tiene que ir corriendo, porque canta y comparte el placer de la música con otros cincuenta locos.


Lola, con el rímel resacoso en cada pestaña de sus ojos, le dice:"Esperá, que me falta la parte más importante.. me lo crucé en el pasillo, le sonreí y le dije... buen día.."


Juana se tienta de risa y toma el último sorbo de champagne mientras cierra la cartera a las corridas.


Y las dos se abrazan, con fuerza, sin querer soltarse, y siguen riéndose en la calle de Buenos Aires, hasta el fin de semana que sigue o hasta el próximo martes.

Lo que el viento se llevó.



Quiero renunciar a todo lo que hace morderme los labios con impotencia y bajar las cejas.
Así como renuncié a Sociología del Derecho no sólo por lo engorroso del contenido, sino porque era un tanto incómodo quedarme dormida una hora en frente del profesor.

Esto también me parece aburrido. Me cansé un poco. ( y otro poco de vos).

De las idas y vueltas, de los desencuentros, de las palabras mudas, de las excusas, de la valentía en extinción, del ruido y las pocas nueces, de las veces sin conclusión, de escuchar tantos viajes la misma canción.

Me aburrí de regalarte mi sonrisa como garantía, me aburrí de las escenas de película, de los intentos de seducción, me aburrí de los días sin chocolate, de las noches con los mismos finales, de las tardes sin sol.

Me irrita hasta el cansancio que todavía haya cosas que sigan dando vueltas en mi cabeza, y por más que intente dejarlas de lado me tiran del pelo y reaparecen sin aviso previo.

Es como seguir usando ese par de zapatos divinos, pero que hace ya varios años te quedan chicos. Y te aprietan los dedos chiquitos del pie, (y el dedo gordo también) y caminás incómoda, disimulando la cara de dolor, buscando encontrar en alguna vidriera vintage otro par de tacos, mismo modelo, mismo color.

Vuelvo a repetir. Me aburrió.

Por eso hoy no lo dudé dos veces, y apretujé todo ese aburrimiento en un respiro y lo solté de una buena vez. Para que se haga cargo el viento, y se lo lleve lejos hasta que no pueda reconocerlo. Total no es mío, nunca lo fue.

Y la verdad, ya no lo quiero.

A mi manera


Estoy acostada en mi cama con el sol de domingo espiándome por la ventana y la noche anterior desparramada por el piso, entre el encaje color crudo con lunares de vino blanco, los tacos gastados, los mensajes inconclusos y el registro del auto a 180 apretado en la mano. Quiero levantarme de un salto, pero todavía escucho los restos de tu voz. Me divierte, aunque prefiero Matt White en el ipod, y cambiarte por "Love", mientras me río de mi ojos desalineados y tus escenas de amor entrecortado. Son las 12 y cuarto y tengo algo de Ilsa Lund en Casablanca y otro poco de Penélope Cruz en Alta Sociedad, sin prejuicios, sin culpas, sin corpiño, sin edad. Es que me sienta bien el maquillaje de muchos personajes, dependiendo de mi humor, aunque siempre juego a ser yo disfrutando de mis errores más que mis canciones.
Así aprendo a vivir a mi manera, al límite entre metidas de pata, en sueños, a las corridas, desorientada pero sin miedos, desbordando las ganas de abrir los ojos cada mañana.

Sin hawaianas


Dejame vivir sin horarios, sin relojes, sin lunes, sin calendarios, dejame flotar un rato más en el agua, mientras rompen las olas, y me pierdo entre el silencio de mi boca mojada de gotas saladas. Dejame como estoy, sin luz artificial, sin hawaianas, sin celular. Que todavía hay miedos y ansiedad ahí afuera, y prefiero seguir en calma, en lo simple de este lugar, con mis pies descalzos, aunque se llenen de arena y barro, mi pelo suelto y despeinado, con la alegría de las calandrias, con mi luna llena hamacándose sobre el reflejo del mar, la cerveza fría y el tequila del bar, las estrellas escondidas y mis ganas sueltas de amar.

Hide and seek

I will grow up one day.
But not have to be today.

Juana, la loca


Juana está llena de contradicciones. No entiende de lógica y pocas veces amanece sobria. 


Rechaza cualquier tipo de hipocresía y es ilusamente vulnerable a las mentiras. No es amiga de la Coca light ni de su vecina, los gatos la ponen nerviosa y también las ideologías. No tolera a las parejas acaloradas de su facultad y bienvenido mal humor si se te ocurre hablarle mal ( o cambiarle los libros de lugar)

Juana es caprichosa. Hasta el cansancio. 


No usa agenda, a lo sumo anota algo en la palma de su mano, aunque vive obsesionada con el calendario.


Pero hoy se despertó sonriendo, con el helado de chocolate amargo derretido en su mesa de luz. Y aunque afuera llueva un río de lunes aburrido, Juana se viste de abogada, se pinta las uñas de rojo y le agrega dos hielos al gin tonic de la mañana.

Chau lágrimas


Trato, intento, hago mi mayor esfuerzo pero no consigo probarme una lágrima. Ni siquiera mitad de una minúscula gota de humedad. Creo que finalmente perdí la capacidad de llorar. 


Alguna vez tenía que pasarme. Porque en este último año y medio conviví con ese verbo casi todas las noches, y algunas tardes también. Siempre tratando de convencerme de que esa era la última vez.


Pero ya está. C´est fini.  Game over. "Todo concluye al fin".


Me llegó el momento (in) esperado en el que te vuelvo a pensar y puedo sonreir.
Ya no tengo que enroscarme en el plumón como un bicho bolita sin ganas de sentir la luz del sol.Y eso está bueno; no seguir con el amor en el pecho, pasado por agua, hecho pedazos, buscando a cada rato alguna razón que me hable despacio.



Sunday sunbreak.


A veces me hacen falta varios vasos de jugo y ron
para dejar en reposo la cabeza y perderme con vos.
No te fumes el último cigarrillo que ya está por salir el sol,
y prefiero cambiártelo por un beso mio,
y abrazarte más tarde hasta quedarnos dormidos, los dos.

El mundo de hoy


¿Quién dice que la vida sólo se trata del trabajo de oficina,
de elegir una carrera que cuaje con nuestro perfil de aquellos que nos miran siendo meros expectantes de un final ajeno a sus vidas?

¿Quién dice que la vida sólo se trata de envainarse en grises de invierno, de rebalsar los bolsillos, las billeteras de cuero y las cuentas en euros, de imitar y apropiarse de estilos, de no intentar ser auténticos?

Lo superficial de a poco me intoxica;
el consumismo, sin previo aviso, me roba la energía.
Los desencuentros,el tic-toc,la hipocresía;
todo es tan banal, todo es de mentira..

Lo que más me fortalece es mi mundo interior,
saber que sólo estoy de paso por el mundo de hoy.
Y como dice un amigo cubano:

"Al final del viaje está el horizonte
al final del viaje partiremos de nuevo
al final del viaje comienza un camino..

Al final de este viaje en la vida quedarán...

los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz
en plena luz, en plena luz..."