Trato, intento, hago mi mayor esfuerzo pero no consigo probarme una lágrima. Ni siquiera mitad de una minúscula gota de humedad. Creo que finalmente perdí la capacidad de llorar.
Alguna vez tenía que pasarme. Porque en este último año y medio conviví con ese verbo casi todas las noches, y algunas tardes también. Siempre tratando de convencerme de que esa era la última vez.
Pero ya está. C´est fini. Game over. "Todo concluye al fin".
Me llegó el momento (in) esperado en el que te vuelvo a pensar y puedo sonreir.
Ya no tengo que enroscarme en el plumón como un bicho bolita sin ganas de sentir la luz del sol.Y eso está bueno; no seguir con el amor en el pecho, pasado por agua, hecho pedazos, buscando a cada rato alguna razón que me hable despacio.