Me caigo y me levanto


No es la primera vez. Ya tengo el título de experta en caídas. Y de las más graciosas y rídiculas. Cuando cumplí mi primer año de vida y hacía mi mayor y más prolijo esfuerzo por manterme rígida sobre mis dos piernas cortitas y gorditas, siempre estaba mi hermano ahi atrás, esperando a escondidas para el empujón final y dejarme en el piso llorando desentendida. A los 5 mi curiosidad innata me hizo resbalar y terminé adentro del inodoro.. (Con vestido nuevo y todo) A los 8 mi papá me llevó a conocer la casa del árbol que había hecho en el jardín de Córdoba. Nunca me llevé bien con las escaleras; perdí el equilibrio y me estampé de cicactrices contra las piedras. A los 10 años mis hermanos no tuvieron mejor idea que usarme de conejillo de indias, y llenaron la cancha de tenis con cáscaras de banana y canicas. Terminé naranja. Y bastante dolorida. A los 15 corrí a mi hermana por toda mi casa para recuperar mis aros dorados. Nadie me avisó que los pisos estaban recién encerados.. Me fui de pera al piso. Sí, de pe-ra. Fue la única parte de mi cuerpo que golpeó la madera. Vi las estrellas. ( Y a mi hermana, descostillada de risa, sólo la quería ver muerta) A los 18 juro que no fue de torpe. Fue culpa del alcohol y el descoque-Bariloche. Me caí rodando por las escaleras.. Pero salí ilesa. Por suerte siempre se salvaron mis huesos y sólo sufrí los golpes y los moretones de recuerdo. A los 20 me caí de la bici. Mejor dicho aterrizé en la calle de piedras y por tres días no pude mover la pierna derecha. Lo peor de todo es que ni siquiera estaba andando; me caí quieta, esperando. A los 21 me caí de un remis. Pero no me di cuenta. Aunque mis amigas dicen que me tiré yo sola, por la puerta. Por suerte el chofer sólo iba a 30. A los 22 rompí una hamaca paraguaya y mi espalda quedó tatuada de manchas violetas, arena y rayas. A esa edad también me caí jugando al tenis. En verdad fue antes de empezar a jugar, en el momento de sacar. No sé cómo pero en un segundo fui el mejor chiste de todos y terminé en el polvo de ladrillo, de cara al piso con mi profesor al lado totalmente sorprendido. Y a los 23 pensé que zafaba, pero veo que me equivoqué. Fue ayer, con él. No sé si hecharle la culpa al calor sofocante, a las ocho caipirinhas que nos tomamos a las seis de la tarde o simplemente a la torpeza de mis pies andantes. Encima estaba por darle un buen beso de despedida y en vez de eso terminé dándoselo al cemento lleno de hormigas. Me costó un golpe de lleno en la rodilla, el dolor desorientado y en el medio, la risa. Después vinieron la descompensación, el casi desmayo, el azúcar, y la Seven Up. "Tomátela toda que te va a curar loquita, nunca te lo explicaron en la clase de Química?" Yo entendía la mitad de las palabras y sólo quería saber por qué siempre termino de culo, de pera, de rodillas o de espalda. Y acá estoy sentada, con la pierna en reposo, bañada en hielo y apretada por una rodillera muy poco canchera, las radiografías en la cartera y mi historial clínico listo para alguna nueva caída sin aviso ni explicación médica.

3 comentarios:

  1. jjejje meencanto loquita linda! beso amiga!

    anitaa

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  2. jajaj y te falto la del lunes a las 21 hs..paradas sobre una avenida muy conocida.... que pin que pan, los suecos se van al diablo y GUAAAAAARDA caaaaaasi te caes de cola al asfalto...risas mias..y bocinas de los bondies que tb festejaban!!
    te quierrooooo!!!
    feliz navidad chicooooos!!!!!!!

    Black

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  3. siempre tan torpe ella!
    añuuuu
    December 23, 2010 at 3:05pm

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