Strawberry fields forever




Inesita esconde la risa atrás de un bowl de frutillas y nos pasa la madrugada de Diciembre, entre las copas de agua con hielo y dos historias de amor. Todavía nos quedan partes de ellos dando vueltas, mezcladas con viento de río y calor de tormenta. Hay una parte de luna llena del otro lado de la ventana. Acurrucada en su pijama blanco Inés me confiesa que nunca le gustaron los fuegos artificiales. Ni en navidad, ni en fin de año, ni en el campo. "Es como en las películas", le digo. "Si les pedís un deseo se cumple. Siempre". Me voy a dormir con los besos de él en la cabeza. Me acuerdo del pelo despeinado y su mano en mi rodilla lastimada. Sus ojos en esa calle de San Isidro de cervezas artesanales, y su abrazo, que era todo, abajo del árbol.  

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