Los martes de San Antonio


Nos sentamos en el pasto ensolado, descalzas, casi al reflejo del agua. A mí se me resbalaba el dulce de leche en la cuchara, y ella se reía enamorada. "¿Te das cuenta de que este momento ya no lo volvemos a vivir? Es único. No vamos a a estar de nuevo en este día, sobre este suelo, ni con las mismas manos, ni con los mismos sueños." El tiempo sigue pasándonos por al lado, en doble fila y a contramano. Y pareciera que la vida nos arrastra por inercia y un poco a ciegas. A veces nos cobra peaje, otras tantas nos deja sin equipaje. Por mi parte prefiero la deriva, y una vida sin destino, seguro ni pasaje. Justo cuando se perdía de vista el sol entre las montañas de La Cumbre, Rocío me cuenta que vale la pena seguir las corazonadas, que hay que aferrarse al momento justo, sin pensar en el mañana y estar bien despiertos, porque hay señales que no se pueden dejar pasar. Como sus martes de San Antonio, después de las canciones, entre velas y oraciones. Como el dedo chiquito del pie, y las lágrimas emocionadas cuando nadie la ve. Porque al fin y al cabo la vida es hoy, y no importa si no hay nadie sentado al lado, la felicidad puede aparecer como cumpleaños sorpresa y llevarnos a donde quiera, de la mano.


Un peu d'air sur terre




Hay algo en el aire de Octubre que me empalaga y entrecorta la respiración. No sé si son los jazmines de los miércoles, los licuados de banana o mi pelo recién lavado mezclado con Dolce & Gabbana a la mañana. No sé si son tus besos en Callao y Melo, de madrugada cuando todos duermen, o los helados de limón, y las siestas acurrucadas en el sillón.

La perra de Juana


Reflexiones de Juana

"Me di cuenta que cada vez me parezco más a Felipe, mi perro.
De la cama me levanto casi saltando cuando escucho la canción brasilera de mi celular, y lo primero que hago cuando piso tierra firme es estirarme, mucho, y mientras termino de abrir los ojos por completo, me rasco. Sí, me rasco. La cintura y la panza. Pero es inconsciente, lo hago sin darme cuenta, hasta que me río de mi propia imagen despeinada y pulgosa en el espejo, tratando de mantenerme despierta.


No puedo decir que tengo ganas de correr una pelotita de tenis a las 6 de la mañana pero sí amanezco con las energías suficientes como para cambiar 1 peso con 20 por una Tita y un par de Sugus Max, subirme a la bici y pedalear duro y parejo por Libertador, hasta la facultad.
El detalle: llego con la lengua afuera al mejor estilo Felipe después de pasear por las veredas, pero el esfuerzo vale la pena.


Las ganas de comer nunca me faltan, es más, me sobran. Si no es un alfajor en el break entre cada clase, son las Maná rellenas de mis compañeros de banco, o el kiosco de golosinas instalado en mi cartera sin candado. El problema más perruno es cuando llego a la oficina: antes de sentarme en mi escritorio, voy directo a la cocina. Pero más problemática es la hora en la que llega el cadete, que siempre me tienta con algún chocolate, de esos con avellanas y nueces. Me- pue-den.


Con la comida me atrevo a decir que soy igual a un perro; tengo esa sensación de molestia, de bronca, de pertenencia si alguien me roba una papa frita de mi plato sin avisarme de antemano. No es que gruñe, tampoco ladro. Pero mi cara puede causarte el mismo efecto de rechazo.


Me estiro mucho. Creo que ya lo dije. Pero a veces demasiado. Me gusta agarrarme las manos y estirar los brazos lo más alto que pueda, reteniendo la respiración. Para soltarla como globo desinflado cuando aparece mi jefe en la puerta, riéndose asombrado. (Juro que esas sorpresas no son de mi agrado).


Me gusta que me mimen y me malcríen (igual, igual que Felipe) Que me llenen de besos, y me abracen hasta el cansancio. Pero hay días en que me invade mi faceta ciclotímica y como si tuviera un hueso entre los dientes no dejo ni que nadie se me acerque.


Jugar me encanta. Jugaría todo el día, a cualquier cosa, a las escondidas, a las cartas, a la mancha. En las escondidas y la mancha ya soy casi una experta, dependiendo del humor que reine ese día en mi cabeza. Sino, prefiero quedarme en las canchas de tenis, descargando la energía negativa, moviendo la cola y disfrutando del aire puro, sin collar, sin correa ni paseadora.


También lloro cuando extraño mucho a alguien, como hace Felipe cuando se queda solo en casa toda la mañana. Me acuesto algunas horas con la cabeza entre la almohada y el perfume de esa persona mezclado con lágrimas. Pero siempre con algo me distraigo y se me pasa, y como no tengo memoria es mejor así; el amor se reinventa y el dolor se escapa".


Dando vueltas


"¿Para qué estar mal si se puede estar bien?" (Lola)


"Its gonna be your perfect date" (Chad)


"Pues sabes guapa que terminarás casándote con uno de esos, eh?" (Martu)


"Me alegraste el día" (Un quioskero)


"El problema es que jugaste muchas fichas a la vez" (Blacky)


"Rendís mañana y todavía no estudiaste nada???" (Mamá)


"Disfrutá la vida" (Mamá) (Ese mismo día)


"Un hombre no te delinea, no te define" (Dafne)


"Todo pasa" (Papá)


"Hablalo, no te guardes las cosas. Y que te chupe un huevo" (Belu)


"Vas a tener un gran futuro y un gran hombre al lado tuyo"
(El uruguayo)


"Necesito tu sonrisa" (John)


"Dejálo" (Larita)


"¿Qué estás esperando entonces?" (Lía)


"Quedate un ratito más, no te vayas" (Gini y Babu)


"Tenés que ser agresiva a veces" (Pedro)


"Admitílo, sos fácil" (Santiago)


"Apasionada de la vida" (Mery)


" Creo que ya te cansaste de chapar" (Chofa)


"Mientras estés viva, siéntete viva. Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo" (M. Teresa)


"Dale para adelante" (Jor)


"¿Dejás de cantar en algún momento del día?" (Ovidio)


"¿Ese lunar es falso? (Boludos varios)


"Ojalá te quedes sin registro, así te das cuenta para qué sirven los semáforos" (Mamá)


"Yo te veo casada, con cinco hijos. O divorciada, tomando Martinis en las playas de Bali" (Luli)


"Tenés 22 años, sos chica todavía" ( Liliana)


"Siempre se puede volver a empezar" (Chiara)



Juana, la mala.


Tengo que confesarlo, tarde o temprano.
Sin escrúpulos, sin ocultarlo.
No es por una cuestión de ganas,
pero la verdad es que a veces Juana es mala.

No conoce la palabra "filtro"
en otro contexto que no sea para hacer café,
y los caramelos ácidos son sus preferidos,
siempre lleva alguno en el bolsillo, o quizá tres.

Alfonso la escucha y se ríe a los gritos, y ella le dice:
"No lo hago de mala, es que no puedo quedarme callada"
Y se ahogan en risa hasta en la misa,
por la calle, por teléfono y en el bar de la esquina.

Sus amigas ya están acostumbradas,
pero a veces Dolly le regala una buena cachetada,
tira los papeles de sus caramelos a la basura
y le sirve un té con miel y un "no te hagas la boluda"

Juana le cuenta que no salió con él,
no por agrandado, "sólo porque se llamaba Fernando"
La verdad, no sé qué tiene que ver,
pero hay veces en que Cruela de Vil le pellizca la piel.

Como ayer en el taxi de microcentro,
El le dijo "si no tengo cambio de 50 a esta hora soy un looser"
Tentada, Juana se aguantó contestarle que era más que un looser
por usar polera fucsia de lana y el sticker de Playboy en la ventana.

Me olvidaba que no son solamente crudas palabras,
Juana también reparte cachetadas.
Aunque, por ahora, sólo tuvo que recurrir a ellas una vez,
pero pobre de él.. no fue solo una, fueron dos ( y un taconazo en el pie)

Los mensajes después de las cinco de la mañana
directamente no tienen códigos ni alarma.
Y si le hablás mal o se te ocurre ignorarla
en su diccionario sólo existen las malas palabras.

Pobre Juana, si se entera de esta confesión me mata..
Pero es mejor ir por la vida desenmascarada,
que a veces tanto dulce de leche empalaga
y un poco de realidad sin cocinar nunca viene mal.
Y, además, no cuesta nada.