Los martes de San Antonio


Nos sentamos en el pasto ensolado, descalzas, casi al reflejo del agua. A mí se me resbalaba el dulce de leche en la cuchara, y ella se reía enamorada. "¿Te das cuenta de que este momento ya no lo volvemos a vivir? Es único. No vamos a a estar de nuevo en este día, sobre este suelo, ni con las mismas manos, ni con los mismos sueños." El tiempo sigue pasándonos por al lado, en doble fila y a contramano. Y pareciera que la vida nos arrastra por inercia y un poco a ciegas. A veces nos cobra peaje, otras tantas nos deja sin equipaje. Por mi parte prefiero la deriva, y una vida sin destino, seguro ni pasaje. Justo cuando se perdía de vista el sol entre las montañas de La Cumbre, Rocío me cuenta que vale la pena seguir las corazonadas, que hay que aferrarse al momento justo, sin pensar en el mañana y estar bien despiertos, porque hay señales que no se pueden dejar pasar. Como sus martes de San Antonio, después de las canciones, entre velas y oraciones. Como el dedo chiquito del pie, y las lágrimas emocionadas cuando nadie la ve. Porque al fin y al cabo la vida es hoy, y no importa si no hay nadie sentado al lado, la felicidad puede aparecer como cumpleaños sorpresa y llevarnos a donde quiera, de la mano.


4 comentarios:

  1. Bellisimo, como la escritora...

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  2. El tiempo sigue pasándonos por al lado, en doble fila y a contramano.
    bravooooooooo!!!!

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  3. lindo, muy lindoo sofii!!

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  4. muy bueno sofi, me gusta esa mezcla "poesía realista"... jaja yo me entiendo! saludos!

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