Lola y Juana


Juana sale de su casa impecablemente perfumada, pero se olvida las llaves en la heladera, al lado del pan integral, y no apaga las luces, ni carga la batería de su celular.


A Juana le queda bien el mes de Septiembre y el sol de Plaza Francia caminando a media mañana.


Camina apurando las patas flacas y las caderas brasileras que son su marca registrada, y aguanta la risa cuando la ventana de Bensimon le grita "Chau bombona, qué pedazo de morocha". Pero también se marea de amor cuando aparece él, que no tiene nombre, y usa bermudas y el pelo despeinado. Se chocan las miradas de los dos y sin darse cuenta se le escapa Tom, el perro, hasta Junín y el cementerio.


Juana llega a las corridas a la oficina, es que siempre se encuentra con Jose Bazterrica en la esquina, y se ríen y se sientan tranquilas en las nubes tan cómodas del mediodía.


Al fin son las 6, que no se le pase la hora del té.
Saluda a Carlos en la puerta de Ayacucho y le regala la sonrisa más linda del día, sólo porque le hace bien cruzar esa puerta y subir los cinco pisos por escalera.
Y esas dos horas son sagradas, como el nesquik y las tostadas.


Juana no sería ella sin Lola, su aliada a la locura más encantandora. Su misma sangre en distintas venas, su escondite de secretos, su diario íntimo de glorias y penas, abierto de par en par sobre la mesa.


Y aunque la heladera esté siempre vacía, aunque no escuche el timbre, aunque se cuelgue con la computadora, Juana la adora.
Hablan hasta el cansancio, se ríen hasta el llanto, se aconsejan, se putean, se acompañan, toman champagne, hablan en francés y comen vainillas, salpicando la madera roble de migas y de historias vivas.


Juana se prueba los zapatos de taco altísimo, se mira en el espejo y se los lleva para el próximo casamiento. Mientras, ella, con sus rulos platinados y los pies envueltos en leopardo le cuenta que fue a ver Concha del Río Cabaret y que no se dio cuenta y se tomó dos botellas de vino malbec. Juana la entiende porque hablan el mismo idioma, y sobre vinos y noches ya compartieron demasiadas copas.


No me digas que ya son las 8. Juana se tiene que ir corriendo, porque canta y comparte el placer de la música con otros cincuenta locos.


Lola, con el rímel resacoso en cada pestaña de sus ojos, le dice:"Esperá, que me falta la parte más importante.. me lo crucé en el pasillo, le sonreí y le dije... buen día.."


Juana se tienta de risa y toma el último sorbo de champagne mientras cierra la cartera a las corridas.


Y las dos se abrazan, con fuerza, sin querer soltarse, y siguen riéndose en la calle de Buenos Aires, hasta el fin de semana que sigue o hasta el próximo martes.

2 comentarios:

  1. Juana La Loca y Lolas Mora
    vos entendés lo que es el amor?
    yo no sé, pero sí estoy segura de que te amo
    y que yo tampoco sería ni Mora ni Lolas sin vos
    Te amo prima
    teamoteamoteamo
    De verdad que me enamoré de vos después de esto
    Y a vos te diría mil veces buen día =)

    Can't wait till tomorrow

    ResponderEliminar
  2. Divino!! Y conociendo a los personajes, más todavía!

    ResponderEliminar