Run Forrest, run.



La maratón del domingo sobre Figueroa Alcorta
fue lo más parecido a mi amor de sobra reprimido,
escondido en palabras enamoradas de patas cortas,
esperando para salir corriendo desde adentro mío.

Pedaleé con los cambios rotos durante más de una hora,
al galope de esas mil almas transpiradas de sol y sombra.
Ellos empapaban de esfuerzo el asfalto y olían a libertad,
a desapego, a lechuga fresca, a ganas de no abandonar.

Mientras, yo sonreía despreocupada rodando en primera fila,
a gusto con la música en mis oídos haciéndome cosquillas.
Cuesta arriba, cuesta abajo, sin dejar de pedalear,
contagiándome la energía de los competidores del lugar.

Intenté cruzar con mi bicicleta al otro lado de la avenida
pero el entusiasmo de las zapatillas corría como estampida.
Eran imposibles de frenar, de separar o debilitar,
como la escena de Forrest Gump, inalcanzable, sin final.

Decido dejar mi bicicleta en un árbol de la vereda,
y cambiarla por mis Nike blancas y ajustadas.
Sin pedir permiso soy una más entre todos los demás,
y corro, me pierdo, sin cansarme, sin llegar a ninguna parte.


Dejo que el viento de enero se lleve mis miedos, 
mientras mi espalda respira liviana un pedazo de cielo.
Y mis piernas apuradas no conocen la espera,
sólo quieren seguir corriendo hasta la meta.

Corriendo con el pelo atado y la cara lavada,
pisando con decisión pero despreocupada,
sintiendo la fuerza de los músculos desmesurada,
llenando de energía la avenida con cada pisada.

1 comentario:

  1. Es incríblemente bueno!!!Alguien que sabe lo que significa " correr".Correrle al tiempo,a la libertad,sin metas fijas,pero gozando siempre de la alegría de llegar"
    A quién habrá salido esta chica que escribe tan bien?Ja,ja.Besos

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