Lo que el viento se llevó.



Quiero renunciar a todo lo que hace morderme los labios con impotencia y bajar las cejas.
Así como renuncié a Sociología del Derecho no sólo por lo engorroso del contenido, sino porque era un tanto incómodo quedarme dormida una hora en frente del profesor.

Esto también me parece aburrido. Me cansé un poco. ( y otro poco de vos).

De las idas y vueltas, de los desencuentros, de las palabras mudas, de las excusas, de la valentía en extinción, del ruido y las pocas nueces, de las veces sin conclusión, de escuchar tantos viajes la misma canción.

Me aburrí de regalarte mi sonrisa como garantía, me aburrí de las escenas de película, de los intentos de seducción, me aburrí de los días sin chocolate, de las noches con los mismos finales, de las tardes sin sol.

Me irrita hasta el cansancio que todavía haya cosas que sigan dando vueltas en mi cabeza, y por más que intente dejarlas de lado me tiran del pelo y reaparecen sin aviso previo.

Es como seguir usando ese par de zapatos divinos, pero que hace ya varios años te quedan chicos. Y te aprietan los dedos chiquitos del pie, (y el dedo gordo también) y caminás incómoda, disimulando la cara de dolor, buscando encontrar en alguna vidriera vintage otro par de tacos, mismo modelo, mismo color.

Vuelvo a repetir. Me aburrió.

Por eso hoy no lo dudé dos veces, y apretujé todo ese aburrimiento en un respiro y lo solté de una buena vez. Para que se haga cargo el viento, y se lo lleve lejos hasta que no pueda reconocerlo. Total no es mío, nunca lo fue.

Y la verdad, ya no lo quiero.

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