Es que no tenía idea que él iba a cambiar sus seis meses en Andorra por una primavera en Buenos Aires conmigo. Pero menos idea tenía que me iba a gustar el típico rider de la nieve, el que se llevaba por delante las bajadas más empinadas del Cerro Catedral, el que coleccionaba cada una de las miradas adolescentes, el que me salvó los huesos en una curva imprevista, el que me dijo: "te veo a la noche en el bar" y siguió surfeando las olas blancas como siempre. Y quién hubiera pensado que esa noche mis amigas me iban a decir "mirá, alguien te está buscando". Tampoco esperaba esa llamada a las 6 de la tarde, si nunca le había dado mi número y ni siquiera esperaba que se acordara mi nombre. Yo no me sabía el suyo. Pero los llamados insistieron hasta el barcito de madera y los dos gin tonic sobre la mesa. El me hablaba del mundo, del freestyle en la nieve y en su vida, de los saltos, de sus viajes, de su casa en frente del lago. Y mientras tanto yo me enamoraba en el medio de un invierno de ocho grados bajo cero. Me miraba a los ojos y me robaba una sonrisa cada dos minutos. El problema: él vivía en las montañas y yo en el cemento. Los kilómetros de distancia no me tentaban. Pero no sabía que a la vuelta de mi viaje me iba a sorprender llamando a mi casa todos los días y que iba a pasarme una hora y media acostada en la cama con el teléfono pegado a la oreja. Lo que parecía un amor de invierno se alargó hasta Septiembre y seguimos agarrados de la mano hasta principios de Diciembre. Siguió sorprendiéndome, esta vez a la salida del colegio. Pero ya me había ido y tuvo que preguntarle a personas cualquieras si me conocían y en dónde vivía. Y en el medio del camino a casa escucho que gritan mi nombre y me tocan la espalda. Ahí estaba el rider de la nieve, esquiando las veredas de Belgrano y con una caja de chocolates en la mano. Después siguieron las pizzas, los mediodías porteños, los caramelos, los besos, las idas, la vueltas y por supuesto, mis miedos. Miedos desordenados en una cabeza inquieta y soñadora de 17 años. Nunca hubiese pensado que después de todas las mariposas iba a dejarlo esperando en la esquina de Migueletes y Libertador. Pasó un año cuando recibí un e-mail de él contándome que se había mudado a Buenos Aires. Pero yo ya había perdido los miedos y estaba de novia por primera vez desde el otro enero. Desencuentros, siempre llegan en los momentos equivocados. Hasta que volvimos a encontrarnos. Mucho después de mi ex. Nos sentamos en una mesa de afuera en Las Cañitas y pedimos pizza con rúcula y panceta. Entre cada cerveza volví a encontrarme con la sonrisa del rider, el mismo al que no podía ni ver mientras esquiaba porque se hacía el canchero, ese mismo que me dijo que iba a buscarme hasta el cansancio después del invierno. Ahí estábamos los dos otra vez. Yo con 22 y él con 26. Pero ese jueves volví a tener 17 y él volvió a robarme sonrisas durante toda la comida y algunas más, hasta la puerta de casa, antes de la despedida.
queeeeeeee romántico!!!!!
ResponderEliminarjajaja q onda con los hombres de andorra??? jajaj
ResponderEliminarposta blda... me pasa/ó lo mismo... :S
jajajajajajaja! doy fe! yo fui testigo de semejante obra de amor, tuvo la suerte que entre las "personas cualquieras" a las que acudió, estaba yo, que acaba de despedirte en la puerta del colegio, y conocía de memoria el camino de vuelta a tu casa! Pobrecito, todavía me acuerdo, como salio corriendo ni bien le indiqué el camino!
ResponderEliminaraiaiaiai yo tambien conosco esta historia pero me perdi el ultimo capitulo!! cuando fue lo de la pizza de RUCULA Y PANCETA?? jajajaja largame la posta prima! Besooo
ResponderEliminarsisi sres, estuve en cada momento de las etapas.
ResponderEliminarsisi sres mientras mi persona no sabia mantenerse a pie en la nieve, el rider en la nieve llevo las miradas cautivas a la inocente, por aquel entonces, muchachita de polar ROSA.
sisi sres mientras dormiamos todos la siesta reparadora prechoboli rocket la srita recibia citas, llamados y halagos a la luz de las velas sureñas.
sisi sres mientras algunas, y ella también, no lo puede negar, hurtabamos especies de tragos con sabores y colores extraños, a la srita directamente se los regalaaaaaban
y sisi sres, siempre que lo recuerdo me sonrio, y hasta se lo hago revivir con algun que otro comentario gracioso y fuera de lugar, lo que me caracteriza.!
sisi sres. volveria a vivirlo. el rider de la nieve y nosotros aprenidices en todos los sentidos de 17 pirulos. en el fondo no han cambiado mucho las cosas!
ps: seguidores 14225 estoo es muyyy fuerette bloggersssss..gracias a todos lo que lo hacen posible, cada vez somos mas!
queremos el libro de la autoraaa..asi que en campaña con la busqueda de las posibles editoriales!!!
Black. HAS RETURNED.