Olivia y Juana



De los días en los que en un momento se vive una vida, Juana salió sin apuro de la oficina con dos horas en blanco abajo del brazo y su agenda improvisada con birome azul en una palma de la mano.

Nunca le gustó el mate, pero sí la parte de despatarrarse en un banco de plaza, y respirar un pedazo de tarde, escuchando los ecos de las voces de sus pares, para quedarse al fin sola con el cielo, el banco y el aire.

Pero ese martes de mates vacíos no siguió emanando el mismo sabor aburrido.
En el camino de tapitas de colores y piedras partidas, apareció una cara conocida y Juana no pudo evitar llamar desesperadamente a su amiga Olivia, la de patas largas y mirada pícara.

No es la primera vez que le tocaba oficiar el papel de espía; igualmente ella lo disfrutaba y se hacía la disimulada, mientras las dos se reían en el teléfono sin darse cuenta de que estaban a sólo tres cuadras de distancia.

"Dale, corré hasta Callao y Juncal, que estoy esperando el bondi. Apurate que llego tarde a la facultad!" Y Juana se olvidó de que era Sherlock Holmes y apuró los tacos de madera esquivando a la gente seria por las veredas.

En esos momentos uno se da cuenta lo mucho que vale la pena el abrazo de una amiga, de esos que reconfortan, sostienen y hacen más liviano el día. Aunque dure sólo un cuarto de minuto, son esos momentos los que que van midiendo la vida.

"Ay, llegaste justo! Ahí viene, subite conmigo! Dale, vení !" (????!!!!)
Y tomaron el té por un peso con veinte, descorchando las historias del fin de semana, contagiándose la risa y acordándose de sus épocas de casadas.

"Dónde estamos??? Me tengo que bajar ya!!" le dijo Juana.
El 37 la dejó en una calle por Plaza Italia, en donde se encontró con un par de ojos verdes en una camisa a rayas. Y se volvió a Recoleta apurada con su nuevo amigo ( que estaba más bueno que el asado del domingo)

La tarde fue de viajes en colectivo, y Juana y Belisario, hablaron media hora sin verguenza hasta el cansancio. Pero ya tenían que despedirse. El se tomaba un avión a Tucumán: esos ojos verdes tenían novia finalmente (no lo dijo hasta que se tuvo que bajar)

Y Juana.... Juana se rió sola, le mandó un mensaje a Olivia y preguntó la hora; ya eran las 8 y cuarto. Se fue corriendo a su clase de canto, con su hambre de vida y todos sus otros mambos.

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