Bendito celular



Me pasó cuando salía con el rugbier. Uno de tantos. Pero éste era el que más había durado. Aunque ya estábamos en la etapa de "o nos ponemos de novios o cortamos", que terminó siendo un "mejor veamos qué sigue pasando pero así como estamos". Y lo que siguió pasando, que no viene al caso, se transformó en escenitas de celos por parte de ambos, en discusiones, en cachetadas borrachas, en que nos gustamos, es obvio, en te quiero pero al mismo tiempo te odio. Decidí dejar de verlo y tomarme mi propio tiempo. No era mi mejor época por cierto, y bastante mal le había hecho sin merecerlo. Pero un viernes cualquiera, después de meses de haber guardado al rugbier en la heladera, me llega un mensaje con una invitación de él. Había juntado bastante coraje por decirlo de alguna manera, porque después de todas las escenas de novela de las que había sido víctima, nunca entendí por qué me siguió buscando. Por ahí era masoquista o se hacía el macho. Me invitaba al cine, a ver la segunda parte de la película que habíamos ido a ver hacía un año, cuando recién nos gustábamos. "Tenemos que ir juntos" Y aunque yo ya estaba en otra historia no puedo negar que se me hizo agua la boca. Pero no podía verlo, tenía miedo de tratarlo mal de nuevo. Dejé pasar el cine y otro buen tiempo. Como todavía me llamaba lo puse en la opción del celular de "Llamadas filtradas". También los mensajes, por las dudas de que le volviera el coraje. No era por orgullo ni por despechada; en el fondo todavía me gustaba. Pero pensaba que lo mejor era mantenerme alejada. Hasta el día que dije basta. Tenía ganas de verlo. Moría por darle un beso y no quería seguir reprimiendo todo eso. Le mandé un mensaje un miércoles a la tarde. Esperé con nervios durante diez minutos pegada al teléfono. Nada. Seguí haciendo mis cosas en la computadora, pero bajaba la vista de vez en cuando y no había señal en el celular que tenía apretado en la mano. Al final lo terminé apagando porque me ponía nerviosa seguir esperando. Pasaron un par de horas, lo prendí y dije ahora sí. Pero era como si el rugbier hubiera dejado de existir. A la noche voy al cumpleaños de una amiga y tengo el celular todo el tiempo cerca por si aparecía alguna señal de vida. No era de obsesiva compulsiva, era culpa de esa historia que fue bastante interminable y viciosa. Ya eran las doce de la noche. Decido dejar por un rato el orgullo de lado y le mando otro mensaje para que se diera cuenta que de verdad lo estaba buscando.  Vuelvo a casa y me voy a la cama sin ninguna respuesta ganada. Al otro día me despierto con bronca, y decido mandarle un mensaje bastante enojada sin importar la hora. No contestar seguía de moda. A la tarde estuve a punto de llamarlo. Es que siempre habíamos quedado que pasara lo que pasara si alguno escribía o llamaba no valía jugarla por el lado de la ignorancia. Antes de llamarlo me quedo leyendo unos mensajes de texto y, cuando quiero ir a la carpeta de "Mensajes eliminados", sin querer aprieto una tecla de más y termino en "Mensajes filtrados"¿¿Mensajes filtrados?? Entro por curiosidad y la sorpresa de esa carpeta me dejó con la boca totalmente abierta: cinco mensajes del rugbier en espera... No podía creer que se me hubiese pasado el detalle de esa vez, cuando decidí filtrarlo porque pensaba que así iba a estar bien... Ahora el que se había enojado era él.. Eso me pasa por histérica, por haberlo puesto en la heladera y después querer derretirlo como un chocolate cualquiera..

1 comentario:

  1. jajajajajajajaj sofiaaaa que espectacular solo a vos ehhhh! jajaj me acuerdo de ese dia
    soy yo tu fiel seguidoraa

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