En la facultad



Alguna vez me tenía que pasar. Por colgada. Por no estar prestando atención cuando la profesora habla. Mi concentración en la clase de hoy ya se había ido por las ramas, como me suele pasar casi todos los lunes a la mañana. Ya había revivido en mi cabeza todos los momentos divertidos del fin de semana. Ya me había imaginado viajando por medio mundo: conocí toda la India y me convertí en hinduísta, fui médica voluntaria durante 6 meses en Nairobi y otras ciudades de Africa, llegué a Barcelona, después hice un intercambio en una facultad de Roma y terminé perdida por otros rincones de Europa. Todas las causas internacionales de las que hablaba mi profesora me gustaban, y ya me había imaginado defendiendo los derechos humanos de todos esos chicos africanos, o como Embajadora de la ONU, resolviendo los conflictos en Libia con los grupos armados. Pero ahora mi cabeza estaba en la ensalada que me iba a pedir al mediodía cuando llegara a la oficina. Rúcula, tomates secos, queso parmesano.. No, no. Mejor la de zanahoria, huevo, tomates, palta y.....¿qué más le faltaba? Y de rebote, la profesora, que se sabe todos los nombres, interrumpe de golpe mis pensamientos sobre la ensalada casi condimentada: "Sofía, ¿qué se planteaba en el caso de Alemania-Holanda? Todo pasó en una milésima de segundo. Inevitablemente antes de poder responderle dije: "Chauchas" en voz alta. 

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