Vidas pasajeras


Me acuerdo de esa noche de enero en una playa de Ecuador. No había electricidad, ni luz ni cemento en las calles. Eran de tierra. Esquivando las piedras del camino me choqué con él. Nos volvimos a encontrar. Había vendido su tabla de surf porque no tenía ni un dólar en el bolsillo. Pero ahora estás conmigo, me dijo. Y me sonrió, igual que el primer día. Hay historias de verano y hay personas que nos agarran de la mano. Algunas se quedan por meses, otras se van y después las volvemos a encontrar. A veces son años. Y están las personas pasajeras. Una historia aparte en cada cabeza. De las mejores. El surfer me agarró de la mano y caminamos descalzos hasta la próxima playa. La humedad de la arena nos acostó boca arriba ¿En qué pensás? le pregunté. En que no existen los problemas si podés estar sentado abajo de este cielo y ese pedazo de luna llena. Me empezaba a gustar.

1 comentario:

  1. es verdad, esos encuentros fugaces con personas que aparecen y desaparecen de nuestras vidas muchas veces nos enseñan tanto!
    Vicky Fila

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