Al final de este viaje


No entiendo por qué algunas personas tienen que despegar los pies de la tierra antes que otras. No entiendo quién decide, si Dios o el destino, que ya está escrito cuánto dura nuestro paso por el mundo mientras estamos vivos. 


No entiendo por qué Delfi tuvo que morir justo cuando había encontrado la felicidad que la empujaba a vivir, con sólo 16 años, cuando volvía de Chaco con una sonrisa plena, las manos llenas de tierra y el corazón desbordado de amor por cada uno de esos chicos desprotegidos que eran su única canción. 


No entiendo por qué Benjamín también estaba en esa ruta y no pudo sobrevivir. En el cuaderno que encontraron estaban sus últimas palabras escritas a mano: "Aceptá el cambio y sacá lo mejor. Y que nada te haga perder tu luz interior"


No entiendo por qué tengo amigos que siendo tan chicos ya no tienen a sus papás acá, que no puedan compartir más con ellos todo lo que antes habían vivido: los partidos de fútbol, las sobremesas, el rugby, una cerveza, los viajes, el mate a la tarde, las palabras sabias de un padre. 


No entiendo por qué tengo amigas que ya no pueden despertarse con el beso de su mamá mientras están dormidas, por qué no pueden seguir compartiendo las charlas como mejores amigas, disfrutar las comidas hechas por ella, compartir la ropa nueva, llorar juntas el final de una película o tener ese abrazo cálido cuando lo necesitan. No entiendo por qué tienen que pasar por eso teniendo sólo 23 años o menos. 


No entiendo por qué le toca el cáncer a la amiga de mamá, si ese año estábamos comiendo todos juntos en frente del mar, y ella se reía sin parar, con esa sonrisa rubia que contagiaba a todos los que estábamos en ese lugar. Por qué de un día para el otro cambió todo, por qué el contestador en el teléfono y el dolor hecho lágrimas apretando el pecho. Ayer a la tarde dejó de respirar. Fue en ese mismo mar en donde sus hijos dejaron las cenizas de su mamá.


No entiendo por qué el tumor en el cerebro de un compañero del colegio. No entiendo por qué los hermanos tienen que sobrellevar el dolor de ya no poder seguir los cuatro juntos hoy.


No entiendo por qué el cáncer también le tocó a Lucía, con sólo 24 años de vida. Admiro cómo hizo para llegar hasta el final con una sonrisa. Una sonrisa que iluminaba a cualquier persona que la veía.


No entiendo cómo es dejar de respirar y que ni el mejor médico pueda hacer algo para salvar a todos esos papás, esas amigas, todas esas mamás, y todos los demás. 


No entiendo por qué unos si y otros no. No entiendo por qué no puedo morirme yo, y no cualquiera de todos ellos y que tengan que sufrir muchas de las personas que quiero. No entiendo por qué el cielo, no entiendo por qué hay un puente que se llama muerte, no entiendo por qué los accidentes, no entiendo por qué los finales empiezan antes, no entiendo por qué el cáncer y los tumores cerebrales, no entiendo por qué el dolor en vida. Todavía no entiendo el valor infinito de seguir viva. 

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