Silencios de madrugada





Cuando no queda nada, al final de las palabras, 
respiran el aire porteño las calles caminadas. 

De luces y voces encontradas en cada cuadra, 
bailan sueltas, cuentan estrellas olvidadas. 

En tacos altos, descalzas, en zapatos
las pisadas se saludan a contramano.

Cuando no queda nada, al final de todas las palabras, 
sólo se escucha el silencio, durmiendo de espaldas.

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