Comida de parejas


"Reservate el viernes a la noche que hacemos pizzas a la parrilla. Es en casa, pero no es comida de amigas. Somos Gonchi, Pilar, su hermano, el mío, vos y yo". Buenísimo, le digo a mi amiga Sol. Pero era primera hora de lunes en la oficina y la invitación me agarró bastante desprevenida. En ese momento no pude darme cuenta de las conexiones de amor y levante entre los futuros comensales: sabía que Sol moría por el hermano de Pili, y también me acordaba que Pili moría de ganas de revivir la historia con el hermano de Sol que habían tenido cuando coincidieron un verano en Cariló. Casualmente todos estaban de novios y habían cortado hace muy poco. El que no me cerraba para nada era Gonchi. Hasta donde yo sabía estaba de saliendo con Agustina. Llamo por teléfono a la futura anfitriona de la comida, el mediodía del viernes, cuando me acordé de la invitación de las pizzas: "¿Qué onda curte Gonchi hoy a la noche?" Y ahí estaba la respuesta que me imaginaba: "Ah, es que se pelearon con Agus, te acordás, la novia, seguro la viste alguna vez, bueno no importa, está bastante bajoneado y pensé en invitarlo. Además acordate que siempre le gustaste". Bajo ninguna circunstancia pensaba ir a una comida de parejas minuciosamente preparada. Nunca me gustaron esos tipos de eventos, por lo menos a esta edad me parecen un poco siniestros. Ya me va a llegar el momento de sentarme a comer con otras parejas, llevar un postre casero,  ayudar a levantar la mesa, y hablar del trabajo y otros temas. Pero no lo pienso hasta las vísperas de mis treinta.En fin, igualmente a pesar de mi atípico pesimismo y mi antiparejismo, tenía que ir. Viernes, nueve de la noche. Me pinté una sonrisa en los labios y salí con el auto. Así evitaba depender de alguien y además podía tener una excusa fácil para irme antes. Que de hecho la tenía, "el cumpleaños de una compañera de la oficina". Llego a la casa de Sol y veo a una de las parejas llevando unas cervezas a la mesa. Mejor entro por la puerta de atrás. Afuera estaban sentados el hermano de Sol y Pilar. Paso a saludar y mientras me preguntan cómo estás, escucho una voz de mujer que no pude reconocer. Pili se da cuenta de mi cejas fruncidas y mi boca con pico de pato, y me dice: "Ah... ¿no te contaron? Gonchi se arregló con Agus, vino con ella, pero fue sorpresa". Listo. Yo no sabía cómo iba a esconder en la mesa mi cara de suplente en el banco de afuera. Cuando estaba a punto de pegar la vuelta y de inventar la peor excusa del planeta aparece el principal culpable con su novia radiante. Me saludan como si nada, total no me habían dejado tocando el violín y todos los otros instrumentos que puedan existir. Me daba ganas de decirle a Gonchi que se le caía la cara de tarado. Que por lo menos hubiese esperado al sábado para volver con la novia y no dejarme como Bridget Jones en la escena en la que todos están de la mano con su pareja y ella es la única que no está cuerda, supuestamente porque no sienta cabeza. Y encima la ubican en la cabecera de la mesa. Por suerte esa parte la evité por mi cuenta y me senté entre medio de una de las parejas. Sol me miraba con cara de perdoname, perdoname, perdoname. Ya está. Pasame una porción, de la que tiene champignones y jamón por favor. Al mal tiempo buena cara. Y al final la excusa del cumpleaños de la oficina me salió mejor de lo que creía. Se convirtió en una salida improvisada con un amigo que me salvó sin saberlo en el mejor momento: después del helado de dulce de leche y antes de la sobremesa con manitos por abajo de la mesa y los cuentos de amor de cada pareja.

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